Proyecto de Atención a la Infancia: La infancia y la televisión C.F.G.S. Educación Infantil
   
 
  Televisión y comportamiento
  • Cuando ve la televisión el niño/a no pestañea:

El mirar la televisión durante horas y horas produce un “efecto narcotizante”, de ahí la típica expresión de la cara de un niño o niña cuando lleva largo rato viendo la televisión: mirada brillante y vacía, mandíbula caída, lengua apoyada en los dientes inferiores y falta casi total de movimientos faciales (no pestañea o no mastica).

El responsable de la pasividad tan chocante que un niño o niña muestra tras largas dosis de televisión es el “mecanismo de bloqueo”. Es el que provoca la expresión facial común en todos los niños y niñas. El mecanismo de bloqueo se pone en funcionamiento cuando el cerebro recibe un exceso de estímulos similares entre sí, durante un tiempo prolongado, y en general tiende a desaparecer en el momento en el que ocurre algo inesperado en el objeto en el que se tiene fija la mirada, por ejemplo cuando alguien apaga repentinamente el televisor o enciende la luz de la habitación. El bloqueo cede con estímulos visuales más rápidamente que con estímulos auditivos, por eso algunos niños o niñas no oyen cuando ven la televisión.

El mecanismo de bloqueo no sólo se pone en funcionamiento mientras un niño/a ve la televisión. Se trata de una reacción natural e instintiva que tenemos los humanos desde que nacemos y que nos ayuda a defendernos de todo aquello que pueda afectar a nuestro cerebro cuando éste no se halla preparado para recibir una sobredosis del mismo estímulo.

Aunque no se llegue al caso extremo de parecer “hipnotizado”, la realidad es que la televisión es

 un sistema de comunicación unidireccional que no requiere respuesta alguna. Esto motiva y estimula el que paulatinamente el televidente se vaya sumiendo en una pereza absolvedora  que, en el caso del niño/a, puede afectar a tres actividades imprescindibles para su correcto desarrollo intelectual: el juego (campo en el que la fantasía y la creatividad cumplen un papel decisivo), lenguaje (que incluye capacidad fluida de expresión, escritura y lectura) y capacidad para razonar y emitir juicios de valor sobre el mundo que le rodea (prefiero aquello y no esto).

La pereza para razonar, llevada a casos extremos, puede degenerar en dos actitudes típicas:

            - “Pasar de todo”. El pequeño televidente empieza a no tener ganas de hacer nada, entre otras cosas porque no se le ocurre. Le resulta aburrido tener que ponerse a pensar en cómo pasar el tiempo, y para justificarse ante los demás recurre a la actitud de demostrar que todo le da igual.

            - La televisión, por su intrínseca naturaleza, tiende a amortiguar la escala de valores de los acontecimientos que se presentan en ella, es decir, en la pequeña pantalla todo tiene la misma importancia, ya sea una guerra, el declive económico de un país o el nacimiento de una nueva especie en el zoo. Si el telespectador no está preparado para valorar en su justa medida cada una de las imágenes a las que se enfrenta, se acostumbrará a aceptar como bueno todo lo que aparece en ellas, lo que puede degenerar en una predisposición para adoptar como propios los juicios y opiniones que se emiten en el televisor, circunstancia de la que saben aprovecharse muy bien tanto los políticos como los publicitarios.

 

  • Televisión y lenguaje

Un exceso de televisión en niños/as que empiezan a esbozar sus primeras palabras puede “adormecer” el hemisferio izquierdo, que es el cumple las funciones verbales.

Muchos lingüistas, entre los que destaca Chomsky y toda su escuela, afirman que la edad de dos años en el niño/a es particularmente sensible a los estímulos que generan una respuesta verbal. Si este niño o niña no percibe estos estímulos de otras personas que “esperen” y exijan una respuesta de él, mostrará un retraso en el lenguaje que podría provocar más tarde desventajas respecto a los demás niños/as de su edad.

Aunque la televisión no impide que un niño o niña aprenda a hablar, lo que puede producir es una disminución en su vocabulario, porque se trata de un sistema de comunicación unidireccional, no requiere respuesta física alguna y, por tanto, tiende a acentuar una cierta pereza lingüística.

Cuando un niño o niña pasa muchas horas mirando únicamente la televisión, está perdiendo oportunidades para manipular, relacionar y ordenar palabras.

En general, la televisión no facilita la conversación entre el televidente y otras personas cuando la televisión está encendida. Resta, por tanto, oportunidades al niño o niña que pasa largas horas frente a la pequeña pantalla para desarrollar los ejes básicos de la comunicación con su propia familia que tan útiles pueden serle en el futuro.

 

  

  • Televisión y familia

En todos los hogares se ha introducido un nuevo miembro familiar que, en muchas ocasiones manda más de lo deseable y habla más y durante más tiempo que ningún otro miembro de la familia, la televisión. La televisión preside en muchos casos la vida familiar. Manda callar a todos los que están frente a ella. Predispone y dirige su valoración del mundo real…, se trata de un verdadero protagonista al que la propia familia ha dado licencia para serlo.

En muchas familias la televisión consigue hacer más fácil la complicada tarea que supone tener que educar a unos hijos. Con ella se dejan los problemas “para otra ocasión” que, en general, nunca es oportuna y por tanto nunca llega. La televisión reemplaza el esfuerzo que tienen que realizar los padres para soportar la carga familiar.

Pero en el fondo todos los padres se sienten culpables porque con la televisión están fomentando la falta de contacto directo entre los miembros de la familia. Por eso, aunque tienen televisión, y aunque la ven durante la mayor parte del tiempo que están en casa, la critican.

Lo normal es que sin la televisión, a cuya compañía están tan acostumbrados, tanto padres como hijos se introduzcan en un sombrío letargo. Los niños, porque no se les ocurre nada mejor que hacer; los padres, porque no pueden soportar ver a sus hijos merodear por toda la casa sin sentido.


La realidad cotidiana demuestra que en muchos hogares el único momento en que la familia se reúne es la hora de las comidas, pero en este tiempo, que suele ser breve, debe haber algo interesante en la televisión, porque el aparato permanece encendido y la familia silenciosa.

La televisión es uno de los instrumentos más útiles y discretos para afrontar los problemas de cada día; por eso muchos padres utilizan la televisión para evitar peleas, golpes y gritos de los niños. Por eso en el 78% de los hogares españoles permanece encendido el televisor constantemente; es decir, siempre que hay alguien en casa.

La infancia y la televisión
 
"Si de pronto se descompusieran todos los televisores del mundo, no habría escalas para medir los maremotos de aburrimiento"

Manuel Campo Vidal
 
"Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende, me retiro a otra habitación y leo un libro"

Groucho Marx
 
"La televisión puede darnos muchas cosas, salvo tiempo para pensar"

Bernice Buresh
 
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