La televisión y la transmisión de roles y estereotipos
Un estereotipo es una imagen convencional o una idea preconcebida. Tal y como lo entienden McMahon y Quin (1997, p. 139), se trata de una concepción popular sobre un grupo de personas que las categoriza de acuerdo con sus apariencias, comportamientos y costumbres. Estas imágenes prefabricadas refuerzan los prejuicios y convicciones que tiene el individuo sobre los objetos, las clases sociales y las instituciones de su entorno más cercano.
El estereotipo constituye lo que en psicología social se conoce como “mensaje autoritario”, aquel que no presenta la realidad tal cual es, con todas sus contradicciones, sino una realidad ideal, empobrecida para facilitar su rápida asimilación por el receptor. McMahon y Quin opinan que es la sociedad, en primera instancia, quien crea los estereotipos, pero que son los medios de comunicación quienes los difunden, mantienen y refuerzan, porque hacen posible la facturación de mensajes destinados a audiencias masivas.
Las características del estereotipo pueden sistematizarse, siguiendo a V. Allende (1997), en tres:
a) Anula la complejidad de un asunto o de los orígenes históricos, culturales, religiosos o económicos de un grupo o tipo social concreto.
b) De todas las realidades posibles, elige una, simplista y reduccionista, que conduce a una visión errónea de las relaciones sociales.
c) Opera sobre roles de inferioridad y superioridad, sobre todo en cuanto al género de los individuos (hombre frente a mujer) y a su etnia (hombre blanco frente al resto).
La naturaleza de los estereotipos presentes en los medios de comunicación es muy amplia. Los más abundantes son los de tipo sexual, que ofrecen una imagen esquemática del hombre y de la mujer, con matices que para aquél son en su mayoría positivos, y para ésta, principalmente negativos.
El rol de ama de casa, en inferioridad de condiciones con respecto al marido, continúa siendo mayoritario en la televisión y en la publicidad. Se observa en aquellos mensajes publicitarios que presentan a los personajes femeninos desempeñando roles característicos del hombre, pero de manera incorrecta. Segrega a la mujer y la sitúa en entornos domésticos, al margen de todo lo que no sea el hogar. Presenta a la mujer como mero objeto sexual a disposición de su pareja.
Los estereotipos encierran una porción de realidad y no son a priori desechables, puesto que ayudan al individuo a desenvolverse en sociedad. El problema es la esquematización, el reduccionismo que comportan, y su difusión generalizada a través de los mass media. |